
En noviembre de 1983, uno de los secuestros más notorios del siglo XX conmocionó a Europa y atrajo la atención de los medios internacionales. La víctima: Alfred Henry Heineken, magnate neerlandés y presidente de la famosa compañía cervecera Heineken. Junto con su chófer Ab Doderer, fue secuestrado en Ámsterdam por una banda de criminales que planeó el golpe durante más de dos años. La noticia no tardó en acaparar titulares y convertirse en uno de los casos criminales más estudiados y mediáticos del continente.
Los secuestradores, liderados por Willem Holleeder y Cor van Hout, eran jóvenes ambiciosos que buscaban una forma rápida y audaz de enriquecerse. Con precisión militar, lograron capturar a Heineken y a su conductor en plena calle, los mantuvieron cautivos durante tres semanas en un escondite secreto dentro de un almacén insonorizado en las afueras de Ámsterdam. Durante ese tiempo, exigieron un rescate de 35 millones de florines holandeses, el equivalente a unos 50 millones de dólares de la época, convirtiéndolo en uno de los rescates más elevados registrados hasta ese momento.