
En el corazón de una antigua mansión que alguna vez fue símbolo de esplendor y éxito, habita una actriz que brilló durante la era dorada del cine argentino. Aislada del mundo exterior y aferrada a los recuerdos de una época ya extinguida, comparte su vida con tres hombres que fueron fundamentales en su carrera artística: su esposo, un guionista y un director, con quienes formó un tándem creativo inseparable. Juntos, conviven en un universo detenido en el tiempo, marcado por la nostalgia, las tensiones latentes y el peso del olvido.
La decadencia del lugar no es solo física, sino también emocional. Las paredes gastadas y los objetos cubiertos de polvo reflejan el desgaste de los vínculos entre los personajes, cada uno arrastrando su propia versión del pasado y enfrentando el fracaso del presente. La mansión se convierte así en una metáfora de la gloria perdida, del arte que alguna vez los unió y que hoy apenas sobrevive en la memoria.
Sin embargo, el equilibrio precario de esta convivencia se rompe con la llegada de dos jóvenes. Su presencia introduce una energía nueva y, al mismo tiempo, despierta resentimientos y pasiones dormidas. Los recién llegados representan una amenaza, pero también una oportunidad: la posibilidad de un renacer o, al menos, de un cierre digno para las heridas abiertas del pasado.