
Jennifer Hills ha pasado años intentando reconstruir su vida tras sufrir un brutal asalto sexual. En un intento por dejar atrás el dolor, cambió de identidad y se mudó a otra ciudad, alejándose de los recuerdos que la atormentaban. Sin embargo, el pasado nunca desaparece del todo. A pesar de su resistencia inicial, Jennifer decide unirse a un grupo de apoyo para víctimas de violencia sexual, un espacio donde encuentra comprensión y comienza un proceso de sanación emocional.
El grupo se convierte en su refugio, en un lugar donde puede compartir su historia sin miedo ni juicios. Pero su frágil estabilidad se tambalea cuando se entera de que el asesino de una de sus nuevas amigas ha sido liberado. La noticia despierta en Jennifer una sensación que había intentado reprimir: la necesidad de justicia. Durante años, ha vivido con la certeza de que la impunidad protege a quienes cometen crímenes atroces, permitiéndoles seguir con sus vidas mientras sus víctimas cargan con las secuelas de su violencia.
La ineficacia del sistema judicial, la indiferencia ante el sufrimiento de las víctimas y los relatos de agresores que nunca pagan por sus crímenes avivan su ira. En su interior, Jennifer sabe que no puede quedarse de brazos cruzados. La justicia tradicional le ha fallado, pero ella no está dispuesta a permitir que la historia se repita.
Con una determinación férrea, inicia una cruzada personal contra los responsables de tanto dolor y sufrimiento. Su venganza no será impulsiva ni descontrolada; cada movimiento es meticulosamente planificado. Rastrea a los agresores, estudia sus rutinas y se convierte en su peor pesadilla. Uno a uno, les hace pagar por los crímenes que el sistema ignoró. Jennifer se transforma en un implacable ángel vengador, asegurándose de que cada uno de ellos reciba el castigo que merece.