Dragon Eyes

St. Jude, una vez un barrio lleno de vida, cultura y comunidad, se ha convertido en una zona devastada por la violencia, la corrupción y el abandono. Sus calles, que antes resonaban con las risas de los niños y la actividad cotidiana de los vecinos, hoy están dominadas por el miedo. La causa: una red de narcotraficantes que, en connivencia con policías corruptos, han convertido el vecindario en un campo de batalla urbano donde la ley parece haber perdido todo significado.

Sin embargo, en medio del caos surge una esperanza inesperada. Hong, un recién llegado al lugar, aparece con una misión que va más allá de su propio interés. Aunque su pasado es un misterio, su presencia impone respeto y su habilidad para el combate deja claro que no es un ciudadano común. Más allá de su fuerza física, lo que distingue a Hong es su brújula moral inquebrantable. A diferencia de muchos que han perdido la fe en el sistema o simplemente optan por sobrevivir día a día, Hong cree que el barrio aún puede salvarse.

Su llegada no pasa desapercibida. Los delincuentes que antes se movían con impunidad comienzan a notar que algo ha cambiado. Hong no teme enfrentarse a los capos de la droga ni a los oficiales corruptos. Uno a uno, comienza a desmantelar las redes delictivas, no solo con sus puños, sino con su ejemplo. Su lucha no es solo física, sino también simbólica: representa la resistencia contra la rendición moral y el cinismo que se ha apoderado de St. Jude.

A medida que avanza, Hong comienza a inspirar a los habitantes del barrio. Algunos, que antes temían alzar la voz, ahora encuentran en él un líder y una razón para luchar. Su valentía contagia, y lentamente, el vecindario empieza a despertar de su letargo. Pero la guerra está lejos de terminar. Cuanto más avanza Hong, más poderosos se vuelven sus enemigos. Sin embargo, él está decidido: no abandonará su cruzada hasta ver justicia y dignidad restauradas en St. Jude.