
Un joven estudiante se encuentra en el umbral de una experiencia que podría cambiar su vida para siempre. A punto de embarcarse en un vuelo rumbo a París con sus compañeros de clase, algo extraño sucede en su interior: una sensación inquietante, un presentimiento que lo envuelve con la certeza de que algo grave va a ocurrir. Aunque no puede explicarlo con claridad, su intuición le grita que este vuelo no será como cualquier otro.
Con la angustia dominando sus pensamientos, el joven decide compartir su inquietud con sus amigos. La tensión crece entre el grupo mientras el avión está listo para despegar. Sintiéndose abrumados por la presión del momento y la inexplicable sensación de peligro inminente, todos acuerdan actuar en función de las inquietantes corazonadas del estudiante. Sin pensarlo dos veces, se bajan del avión antes de que este comience su ascenso hacia los cielos.
Lo que sigue solo confirma la grave presunción que se cernía sobre ellos. El avión, que había despegado sin ellos, se estrella poco después de despegar, convirtiendo el escenario de un simple viaje en una tragedia. Los jóvenes, aterrados pero agradecidos, se sienten aliviados, como si la premonición de su amigo les hubiera salvado la vida. El destino, parece, ha sido derrotado.
Sin embargo, el alivio que experimentan rápidamente se transforma en una sensación de inquietud. Aunque el grupo ha escapado del desastre inminente, pronto descubrirán que la muerte no se ha olvidado de ellos. La sensación de que el destino los había marcado no desaparece, sino que parece seguirlos, acechando con una fuerza imparable. A pesar de que han evitado una tragedia, el grupo pronto se enfrenta a los escalofriantes efectos secundarios de haber desafiado al destino.