
Orson es un hombre que vive sumido en la monotonía de su trabajo como burócrata. Su vida transcurre entre trámites, papeles y procedimientos, donde cada día parece igual al anterior. Es meticuloso, ordenado y parece encontrar consuelo en la rigidez de su entorno laboral. Sin embargo, todo cambia cuando descubre algo que desafía la lógica de su mundo: una habitación secreta dentro de la oficina en la que trabaja. Este hallazgo, aparentemente inofensivo, pronto se convierte en el centro de una obsesión que lo consume.
Lo más desconcertante para Orson es que ninguno de sus compañeros de trabajo parece saber nada sobre la existencia de esta habitación. A pesar de que él está seguro de lo que ha encontrado, sus colegas lo niegan rotundamente, lo que lo obliga a cuestionar no solo su percepción de la realidad, sino también la naturaleza de su entorno. La habitación, al principio vista como un simple misterio, empieza a adquirir un significado mucho más profundo. Orson se obsesiona con ella, deseando entender su propósito y, sobre todo, por qué nadie más parece reconocer su existencia.
A medida que se adentra más en el misterio, la tensión en su vida laboral crece. La aparente negación de sus compañeros lo empuja a un estado de aislamiento, donde comienza a dudar de todo lo que creía conocer sobre su entorno. La obsesión de Orson por la habitación secreta no solo refleja su desconcierto ante lo inexplicable, sino que también revela la creciente alienación que siente dentro de un sistema burocrático que exige conformidad y orden sin ofrecer explicaciones claras.