
En un mundo sombrío y tecnológicamente avanzado, noviembre de 2019 marca un momento crucial en la relación entre la humanidad y sus propias creaciones. A principios del siglo XXI, la Tyrell Corporation logró un hito en la ingeniería genética: la creación de los Nexus-6, replicantes diseñados para parecerse física y emocionalmente a los humanos, aunque mucho más fuertes y ágiles. Concebidos como mano de obra esclava para colonias espaciales, estos seres artificiales fueron utilizados en las tareas más peligrosas y agotadoras fuera del planeta.
A pesar de su aparente utilidad, los replicantes comenzaron a desarrollar inquietudes y comportamientos impredecibles. La situación se tornó crítica tras una sangrienta rebelión protagonizada por un grupo de Nexus-6, lo que llevó a las autoridades a prohibir su presencia en la Tierra. Para hacer cumplir esta decisión, se creó una unidad policial especializada: los Blade Runners. Su misión era localizar y eliminar a cualquier replicante que desobedeciera la orden de exilio. Esta operación, sin embargo, no se llamaba ejecución, sino “retiro”, un eufemismo que pretendía deshumanizar a estas criaturas que, paradójicamente, cada vez mostraban más rasgos humanos.