En la secuela de American Pie, los protagonistas masculinos regresan a su pueblo natal después de pasar un año en la universidad. Jim, Oz, Kevin y Finch, aunque algo más maduros, siguen con la misma obsesión de siempre: conquistar mujeres y vivir nuevas experiencias. Decididos a pasar un verano inolvidable, deciden alquilar una casa en la playa para tener independencia y la oportunidad de hacer lo que más les gusta, pero, como siempre, sin mucho éxito en el amor.
El problema surge cuando se dan cuenta de que el alquiler de la casa es demasiado caro para sus bolsillos, por lo que deciden invitar a Stifler, un viejo amigo del grupo. Aunque Stifler es conocido por su personalidad insoportable y su falta de modales, tiene una gran cantidad de dinero y, según él, es un experto en el trato con mujeres, lo que hace que sea una pieza clave para que el plan funcione.
A pesar de que la presencia de Stifler genera más problemas que soluciones debido a su actitud arrogante y su comportamiento despectivo, su dinero y su confianza en sí mismo parecen ser lo que el grupo necesita para mantener el sueño del verano en marcha. A lo largo de la película, los amigos intentan equilibrar sus aspiraciones con los constantes choques que ocurren debido a la actitud de Stifler, quien no duda en entrometerse en sus planes con su estilo único y provocador.