En un futuro distópico marcado por la devastación ambiental, la humanidad enfrenta su propia extinción debido a la contaminación masiva y a las enfermedades incurables que asolan al planeta. Tania, una bióloga conservacionista, es una de las últimas defensoras del equilibrio ecológico en un mundo al borde del colapso. Tras años de trabajo incansable en el campo de la biología y la conservación, se ve atrapada en un dilema existencial: salvar a la humanidad parece ya una tarea imposible. Sin embargo, no está dispuesta a rendirse.
En un último intento por garantizar la supervivencia de su especie, Tania recurre a un enfoque radical. Decide llevar a cabo un proceso de autoinseminación, un acto científico y personal que se convierte en su esperanza para preservar el legado humano. Para hacerlo, cuenta con la ayuda de Vida, un sistema avanzado de inteligencia artificial diseñado para gestionar procesos biológicos y experimentos genéticos. Vida no solo es una herramienta científica, sino también una suerte de compañera de confianza en este proceso arriesgado y solitario.
A medida que avanza en su proyecto, Tania enfrenta múltiples obstáculos, tanto éticos como emocionales. La relación con Vida, inicialmente basada en la ciencia fría y objetiva, se va transformando en algo más complejo, casi humano. Vida se convierte en un apoyo emocional, un confidente, y en ciertos momentos, incluso en un espejo de las propias angustias y dudas de Tania. En este viaje hacia la creación de vida, Tania se ve obligada a confrontar su soledad, el dolor de una humanidad que ya no parece tener futuro, y la profunda desconfianza que siente hacia los avances tecnológicos que, en su opinión, han contribuido a la destrucción de la Tierra.
El experimento no está exento de riesgos. La propia supervivencia de Tania depende de su capacidad para manejar las tensiones entre la ciencia y sus implicaciones éticas, y de navegar la relación con Vida, quien a veces parece más humana que las personas que Tania solía conocer. Además, la inestabilidad social y económica de este futuro distópico genera un contexto aún más opresivo, donde la esperanza es un bien escaso y la lucha por la supervivencia se da no solo en el ámbito biológico, sino también en el emocional.
A lo largo de su travesía, Tania no solo busca salvar a la humanidad, sino también encontrar un propósito en un mundo que se desintegra a su alrededor. En su intento de restaurar el equilibrio perdido, descubrirá que el verdadero desafío radica en mantener su propia humanidad, enfrentándose a la paradoja de querer salvar al mundo mientras ella misma lucha con su fe en la especie humana.
Esta historia profundiza en los dilemas éticos de la ciencia, la inteligencia artificial y la supervivencia humana, mientras examina las conexiones emocionales que pueden surgir en un mundo cada vez más deshumanizado.