
En un futuro no muy lejano, donde la tecnología ha alcanzado niveles sorprendentes y la inteligencia artificial comienza a confundirse con la conciencia humana, nace David, un niño robótico creado con un propósito único: amar. David no es una máquina cualquiera; es el primer androide diseñado para experimentar emociones reales, una proeza científica sin precedentes que marca un punto de inflexión en la relación entre humanos y robots.
Su historia comienza cuando es adoptado como parte de un experimento por un ingeniero de la corporación Cybertronics y su esposa. A raíz de una tragedia familiar, la pareja decide darle a David un hogar, intentando llenar el vacío que ha dejado su hijo biológico. Al principio, la convivencia es extraña, marcada por la duda y la desconfianza. Sin embargo, con el tiempo, David comienza a comportarse como un niño más, desarrollando un vínculo emocional genuino con su madre adoptiva. A pesar de ser una creación artificial, su amor parece auténtico, profundo e incondicional.
Pero este delicado equilibrio pronto se rompe. Una serie de circunstancias impredecibles —tanto técnicas como humanas— hacen que David sea visto como una amenaza o como un ser no deseado. Su presencia comienza a generar conflictos morales, emocionales y sociales. Atrapado en un limbo existencial, sin ser plenamente aceptado por los humanos ni por las máquinas, David se ve obligado a abandonar el único hogar que ha conocido.
Rechazado por quienes debieron protegerlo, David emprende un viaje solitario y transformador en busca de su lugar en el mundo. Este recorrido no solo es físico, sino profundamente emocional. En el proceso, descubre un mundo fascinante y a menudo cruel, donde la línea entre la humanidad y la inteligencia artificial se difumina hasta casi desaparecer. Conoce robots que solo buscan sobrevivir, humanos que temen perder su singularidad y una sociedad que aún no está preparada para aceptar a una inteligencia artificial con emociones humanas.