En el año 2009, el mundo experimentó un creciente temor debido a las profecías mayas que sugerían que el 21 de diciembre de 2012 sería el día en que la humanidad enfrentaría su extinción. La película 2012, dirigida por Roland Emmerich, se inspiró en esas teorías y transformó ese miedo colectivo en un apocalipsis cinematográfico, llevando a la pantalla una historia en la que la humanidad lucha por sobrevivir ante un cataclismo global. La trama combina ciencia, especulación y una dosis de acción espectacular, reflejando la fascinación por los desastres naturales y la posibilidad de un fin del mundo.
La historia comienza con Adrian Helmsley, un geólogo que, tras realizar un descubrimiento alarmante, se da cuenta de que el núcleo de la Tierra está experimentando un calentamiento anómalo. Este fenómeno, aparentemente vinculado con la aceleración del calentamiento global, amenaza con provocar una inestabilidad en la corteza terrestre, lo que podría desencadenar una serie de desastres naturales sin precedentes. El personaje de Helmsley se convierte en un observador privilegiado del avance de estos fenómenos, mientras la evidencia científica sugiere que la Tierra se encamina hacia un colapso global.
A medida que el descubrimiento de Helmsley se hace público, las noticias se entrelazan con las predicciones mayas, que hablaban de un cataclismo global hacia finales de 2012. Este paralelismo entre la ciencia y la profecía crea una atmósfera de pánico en todo el mundo. Los gobiernos de diversas naciones, conscientes de la magnitud de la amenaza, inician un proceso de evacuación selectiva, ofreciendo un acceso limitado a refugios subterráneos diseñados para preservar la élite mundial. Los países más poderosos, como Estados Unidos, China y Rusia, están en una carrera frenética por salvar a sus ciudadanos más influyentes, mientras que el resto de la población queda a merced de un desastre inminente.
En medio de este caos, conocemos a Curtis Jackson, un escritor que tropieza con la información sobre los refugios secretos y la evacuación. Jackson, decidido a salvar a su familia, se enfrenta a una carrera contra el tiempo, mientras el mundo se derrumba a su alrededor. Terremotos masivos, erupciones volcánicas y tsunamis devastadores se desatan, arrasando con ciudades enteras y transformando el paisaje del planeta en un caos total. Jackson lucha por encontrar una manera de llegar a un refugio en un mundo cada vez más desmoronado, enfrentándose no solo a los desastres naturales, sino también a los conflictos humanos que surgen en tiempos de desesperación.
El avance de las catástrofes en 2012 es espectacular, con secuencias visualmente impresionantes que muestran la magnitud de los eventos: grandes terremotos que desgarran continentes, volcanes que entran en erupción y ciudades enteras que desaparecen bajo las aguas. La película explora la fragilidad de la civilización y la lucha por la supervivencia en un contexto de caos global. Mientras los humanos tratan de encontrar soluciones ante el desastre, también deben enfrentarse a los dilemas éticos de quién debe ser salvado y quién debe quedarse atrás.
En resumen, 2012 no solo es una película de acción sobre el fin del mundo, sino una reflexión sobre la naturaleza de la humanidad y la inevitabilidad de los desastres naturales. Si bien toma como base teorías apocalípticas, la película ofrece una visión grandiosa de cómo podrían desarrollarse tales eventos, fusionando la ciencia, la historia y la ficción en una narrativa emocionante y visualmente impresionante.