
En junio de 2018, el mundo presenció una de las operaciones de rescate más asombrosas de la historia en la cueva de Tham Luang, en el norte de Tailandia. Lo que comenzó como una simple excursión para un equipo juvenil de fútbol y su entrenador se convirtió en una angustiosa lucha por la supervivencia cuando una repentina tormenta monzónica inundó la cueva, dejándolos atrapados a más de cuatro kilómetros de la entrada.
Los doce niños, de entre 11 y 16 años, y su entrenador, de 25, ingresaron en la cueva el 23 de junio. Sin embargo, las intensas lluvias bloquearon su salida, y al no regresar a casa, sus familias alertaron a las autoridades. Así comenzó un operativo de búsqueda y rescate sin precedentes, que movilizó a expertos en buceo, equipos internacionales y cientos de voluntarios.
Nueve días después, dos buzos británicos lograron encontrar al grupo en una pequeña cavidad dentro del laberinto subterráneo. Milagrosamente, estaban vivos, pero el verdadero desafío aún no había comenzado: sacarlos a la superficie en condiciones extremas, con pasadizos angostos, corrientes impredecibles y niveles peligrosamente bajos de oxígeno.
Con un plan meticuloso, los rescatistas idearon una estrategia para extraer a los niños uno por uno, sedándolos levemente para evitar el pánico durante el peligroso trayecto bajo el agua. La operación, que se llevó a cabo en tres intensos días, requirió un esfuerzo colosal y cobró la vida del exmiembro de la Marina tailandesa Saman Kunan, quien falleció tras quedarse sin oxígeno mientras abastecía los tanques dentro de la cueva.
Finalmente, el 10 de julio, los doce niños y su entrenador fueron rescatados con éxito y trasladados al hospital. Su increíble historia de resistencia y esperanza conmovió al mundo, convirtiendo el rescate de Tham Luang en un símbolo de valentía, cooperación y determinación humana.