
En una época marcada por profundas divisiones sociales y raciales, la historia de Solomon Northup destaca como un poderoso testimonio del horror y la injusticia del sistema esclavista estadounidense. Northup, un hombre negro libre que residía en el norte del estado de Nueva York a mediados del siglo XIX, fue víctima de una de las prácticas más crueles de su tiempo: el secuestro de afroamericanos libres para ser vendidos como esclavos en el sur del país.
Northup vivía con su esposa e hijos en Saratoga Springs, donde se ganaba la vida como músico y trabajador. En 1841, fue engañado por dos hombres que le ofrecieron un trabajo en Washington D.C. Aprovechando su talento como violinista, le prometieron una gira lucrativa, pero tras llegar a la capital, fue drogado, secuestrado y vendido ilegalmente como esclavo.
A partir de ese momento, su vida dio un giro desgarrador. Fue trasladado al sur, donde comenzó un calvario de doce años como esclavo en diversas plantaciones de Luisiana. Durante este tiempo, Solomon fue testigo y víctima de la brutalidad cotidiana que definía la esclavitud: castigos físicos, deshumanización y el constante temor por su vida y la de los demás esclavizados.
A pesar de las terribles circunstancias, Solomon nunca perdió la esperanza de recuperar su libertad. Su inteligencia, resiliencia y determinación lo llevaron a ganarse la confianza de algunos pocos aliados, entre ellos un abolicionista canadiense que fue clave para enviar noticias de su paradero a su familia y amigos en el norte.