En el desenlace de la intrigante serie, los jugadores comienzan a formar alianzas, entendiendo que solo en conjunto tienen una oportunidad de sobrevivir a los despiadados desafíos. Sin embargo, estas alianzas no garantizan la seguridad de ninguno de ellos, ya que, a medida que avanza la competencia, la desconfianza crece y las estrategias de traición emergen con fuerza. Un ambiente de tensión se apodera del grupo, pues nadie está a salvo en el momento en que las luces se apagan y los jugadores se ven obligados a confiar no solo en su habilidad física, sino también en su astucia mental.
En el tercer juego, el reto cambia de naturaleza y se convierte en una prueba de inteligencia y estrategia. Mientras los jugadores se enfrentan a una nueva mecánica de juego, deben pensar con cautela y anticipar las acciones de sus compañeros para asegurar su lugar en la competencia. Es en este momento cuando se pone a prueba la capacidad de los participantes para adaptarse y aprovechar las circunstancias a su favor, sabiendo que cualquier movimiento en falso puede ser fatal.
El equipo liderado por Gi-hun se enfrenta a la creciente presión, ya que el juego exige no solo fuerza, sino una planificación meticulosa para lograr el objetivo sin ser traicionado por quienes están a su lado. En un ambiente donde las alianzas pueden romperse en un abrir y cerrar de ojos y la competencia se vuelve más feroz, la necesidad de pensar estratégicamente es vital.
Este giro en la dinámica resalta una de las características más intensas del programa: la incertidumbre constante. Mientras algunos jugadores se centran en las tácticas de colaboración, otros optan por manipular a sus compañeros para obtener una ventaja. En cualquier caso, todos deben estar preparados para un desenlace inesperado, donde la lealtad puede cambiar en cualquier instante y la única certeza es que, al final, solo uno podrá salir victorioso.