La mujer de las sombras

En una calle como cualquier otra, donde las rutinas se repiten y la tranquilidad parece garantizada, una familia ha comenzado a vivir una situación que escapa a toda lógica. Una mujer desconocida ha comenzado a aparecer en su patio delantero sin previo aviso, sin razón aparente y, lo más perturbador, sin intención de marcharse definitivamente.

Su presencia no es constante, pero sí recurrente. Llega en silencio, siempre sola, y permanece por unos minutos observando la casa, sin mostrar emoción alguna. Pero lo que comenzó como una aparición ocasional ha tomado un giro mucho más inquietante: la mujer ha comenzado a hablar. Sus palabras no son gritos ni ruegos; son advertencias. Breves, enigmáticas y, a menudo, escalofriantes.

“Él ya viene”, dijo una vez. En otra ocasión, simplemente murmuró: “No abran la puerta esta noche”. Sus frases nunca se repiten, pero todas tienen un tono de urgencia velada, como si supiera algo que los demás ignoran. La familia, atrapada entre el desconcierto y el miedo, no ha logrado encontrar respuestas. No saben quién es, de dónde viene ni por qué ha elegido su casa.

A pesar de que se han presentado denuncias, la policía no ha logrado localizarla. Las cámaras de seguridad captan su figura fugazmente, pero nunca con la nitidez suficiente como para identificarla. Los vecinos tampoco la han visto llegar ni marcharse. Es como si apareciera y desapareciera del aire.